Debo agregar que ese momento de certidumbre luego se abre otra vez. Yo y el moribundo podríamos diferir una vez más... ¿Escogerá la dicotomía que nos enseñan ya con largueza pedante el púlpito y los predicadores de todas las confesiones cristianas, y que la educación desliza con el golpeteo del día a día sub species de las inhibiciones y los imperativos de la conducta proba y la moral? En resúmen: ¿Escogerá La dicotomía entre cielo e infierno, castigo o redención? Puede también que en algunos momentos más (momento urdido en toda una vida), exhale y esa exhalación sea su acto final, que escoga cesar de ser, como se acaba la transmisión y sólo quedan hormigas crujiendo en la pantalla que alumbra el living vacío de una casa durmiente, sólo que el canal nunca volverá al aire. Puede escoger volver a encarnar, por ver una vez más, en otro cuerpo y en otro tiempo, el detalle de las rosas o los atardeceres o los muslos de una mujer -la esencia- y la vorágine de los sentidos y el devenir, las deudas, los cascos desfilando y las metralletas en la lejanía, la preocupación por el pan de cada día y las cuentas pagadas, los bares y la noche alargada por la borrachera y el hachazo concomitante, ninguno de los cuales se plasma sino con retazos pauperrimos de indigencia en adjetivos, sustantivos y oraciones. Incluso puede decidir por el Hades o el Valhala, todo es posible...
Un moribundo ante mis ojos, una cama higiénica las batas blancas higiénicas paseándose por los pasillos, una mujer tejiendo las horas de espera, niños con inhaladores, ancianos preguntando una y otra vez que exámenes hacerse... Nada de eso me preocupa. Pienso: ¿Qué escogeré cuando ese presente sea mío?
viernes, 6 de febrero de 2009
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