jueves, 24 de noviembre de 2011

Tse Yang, pintor de Tigres.

Arde Mundo. Qin Shi Huang lo manda. Ardan libros, como ardieron los hombres en el campo de batalla.  La paz es la muerte. La paz son los buitres y el muro. La paz son los miles, llevando la roca que levanta la barrera que mantiene lejos al bárbaro Mongol. Arde mundo, arde. Tse Yang no se preocupa. En las montañas y la niebla, dedica su vida a su arte único. Los bosques rayados del bambú albergan al tigre que busca su ojo y su mano, ese que caza y mata y prolifera sigiloso. Extiende día tras día un papiro sobre el suelo de una choza y el pincel traza laberintos de negro y amarillo  sobre el fondo blanco. Los hombres buscan siempre un pensamiento y una obra, y Tse Yang busca al tigre que dibuja mientras medra el pelo en su cabeza y el tiempo aja su piel.  Puede caerse el muro, pueden morir a miles los hombres, nada puede acabar con los tigres que nacen, uno tras otro, para traer la muerte a bestias y a hombres sobre estas laderas eternas. Nada detiene  la concentrada maestría del pintor de tigres.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Bancas de Plaza

En el atardecer
en alguna de las plazas incontables 
de esta ciudad bien amada,
coinciden los ancianos
con bastones y bufandas 
pantalones y suspensores,
niños yendo y viniendo en sus juegos 
entre burbujas efímeras y algodones de azucar,
todo bajo la mirada atenta y ajena 
de padres y madres aburridos
colgados a sus celulares

Tañen las campanas de la iglesia,
llamando a los feligreses a congregarse
en números que menguan año a año
(a diferencia de la Grecia pagana, 
este época monoteísta no mira con buenos ojos 
a los hombres de Dios, codiciosos de la inocencia infantil)
salvo por las palomas, que dejan su tarea única de picotear   
y alzan el vuelo, atendiendo fieles como nadie 
el llamado de Pedro

Pronto la plaza quedará desierta,
sin niños, sin padres, sin viejos, sin palomas.
Aparecerán tímidos los adolescentes 
perfumando el aire de cannabis, bebiendo cerveza, 
tanteando torpemente las pulsiones que los llenan 
mientras las botellas van quedando vacías 
y los pitos desaparecen de a fumadas ansiosas y rápidas.

Casi todos he sido: 
el niño y la maravilla sin culpa y sin entendimiento;
la manzana, la rebelión, el bien y el mal
que signan el deseo, develamiento de vicio de virtud, 
caída, albedrío 
la salida del paraíso/matriz;
el trabajo, las deudas, 
una amada encinta, 
la paternidad, los años de matrimonio, el fracaso, la separación

Las canas en mi barba comienzan a fructificar: 
es la medianía de la vida recordándome 
que sólo queda envejecer. 
Una vez más
la soledad se sienta a mi lado en esta banca de listones verdes.
La soledad y la muerte son espejos, 
y compartiendo esa misma naturaleza, 
son la misma cosa.

 Dada a socializar,
conversaré con la soledad y los faroles se encenderán,
y se vendrá la larga noche de neón,
de fantasmas, de deudos.

La banca esta llena de  nombres y fechas,
insultos y bromas que leeremos juntos
sin tomarlos en serio.
Es que pensamos también las posibilidades que no fueron,
abandonándonos como Sócrates a entender
y ponderar. 

Todo esto durará hasta que el presente se presente
imperativo como siempre. Las tripas piden comida,
los huesos piden descanso y los ojos sueño.
Aparte, con el tiempo me vuelvo repetitivo,
pensando y escribiendo en innumerables variaciones
los mismos temas, la misma ciudad y sus mismas penas.
Las disculpas del caso a mis pacientes parroquianos.
Buenas noches.

On debauchery / Sobre el libertinaje

By: Edward J Payton
"Le débauche n'a rien de frénetique, contrairement à ce qu' on croit. Elle est qu' un long sommeil." 
(A. Camus, "La Chûte").

Loved dreams from the past I sometimes lust for in loneliness, sleep happy the dream you crave for: work, wedlock, pregnancy, sex and freedom, myth or spirituality, the holy family and an obedient husband... Just for today I find the happiness that suits me. Just for today, I want my flesh to fade in beer, vodka, music, dancing bodies, sweat, nicotine, a moist habor wrapping me on my bed, only to leave forever by dawn.

Tomorrow never knows and destiny is like a blind camel...

au revoir...

viernes, 23 de septiembre de 2011

Beating a dead horse.

Jean Baptiste Clamence



La vie... Elle este volatile comment le humeur d' une femme. Peut être puet être que je appele cette volatilité comment les fous attirent la folie... Commnet il est a l' interieur, il est a l' exterieur, et le desire, le seul maître donc les lecons j' attende est il impitoyable...

Maintenant, je lis La Chute de noveau: le homme est il seul dan le desire, dan les villes bondés, dan le travail, dan ses reves... Nous fuyosn, mais la solitude toujours nous trouve, et nous sommes ici, toujours manqueant la volonte de changer.  

a la votre, mes chers amis et camarades.



viernes, 16 de septiembre de 2011

Nada más eficiente que los vicios... ¿para que? ¡Qué se yo! El nazareno dijo que el reino de Dios estaba en el corazón (ergo no en otro mundo). A estas alturas de la vida, ya no tengo tanta certeza de encontrar a Dios anidando en mi cuerpo. Tendría que venir a estar entre las grasas saturadas, la nicotina y etc.

Para otro momento lo absoluto y la belleza y lo sublime... Por ahora, el fango se conviene y con el me arropo.

Cheers!

miércoles, 10 de agosto de 2011

Mid winter Lust

Hay estudiantes y gente encapuchada irrumpiendo en el diario darse de las cosas. Se siente en el aire. La clase política is loosing its grip y la sociedad explota en un crisol disonante de voces, como una orquesta afinando. A nadie le gusta el gobierno. Estudiantes y encapuchados se toman las calles, unos marchan mientras los otros se descuelgan para quemar comercios, incendiar autos, arrancar semáforos de cuajo mientras esperan que llegue la policía. El orden invocará una vez más la retórica de los carros lanza agua, las lacrimógenas, las lumas. El argumento de fondo es el siempre efectivo recurso a la fuerza anti motines.

Algo un poco más de fondo se percibe bajo todo esto, aunque nadie pueda señalarlo claramente. Chile ha mudado de piel y los conflictos por mucho tiempo administrados con soltura tecnocrática y retórica diletante desbrozan los goznes de la máquina. Por un segundo pienso que la democracia representativa ya ha agotado sus posibilidades, y, si Gramscii estaba en lo correcto (todo orden se sobrepone a las crisis hasta que agota todas las posibilidades en él contenidas), se acerca al comienzo de su declive.

Pero en realidad todo esto no me interesa hoy, porque mientras tanto, la vida sigue imperturbable, y lo noto mi cuerpo, que se obstina en sentir hambre a esta hora de la tarde. Este olimpo bancario, sobre un veinteavo piso, es tierra fértil para mi imaginación, sobre todo teniendo un puesto al lado de un ventanal. Veo con perspectiva de ave una ciudad vuelta maqueta:  allá afuera, distribuidas en los edificios y las calles que se ramifican bajo el aire ennegrecido, las personas trabajan, copulan, compran, venden, se insultan, se aman, se asaltan y se ayudan unas a otras... Si tuviera un par de binoculares, podría descubrirlos, pero sobre todo me gustaría descubrir a una chica regando unos maceteros en su balcón con un vestido amarillo y el pelo tomado. Su piel esta tostada, sus caderas son anchas, se agacha a cambiar el dial de la radio. Es baja y no tiene más de 32 años. Deja las noticias puestas mientras allá abajo, encapuchados y policías se trenzan, piedras y molotof contra gases, lanza aguas, lumas... Comulga conmigo en la indiferencia a lo que está ocurriendo. Riega sus plantas mientras se toma un combinado (vodka tónica) y fuma con esmero un cigarro tras otro.

De pronto, toma unos binoculares, se apoya con relajo (ya esta algo ebria) contra el barandal y comienza a escrutar la ciudad. El sentimiento de hermandad me saca una sonrisa y la posibilidad que se vaya hacia adelante acelera mis latidos. Se detiene ante mi ventana. Se los quita de enfrente de los ojos y saluda con la mano. Con rapidez  respondo mientras ella vuelve a mirar. Luego, apaga un cigarro y señala la ventana al lado del balcón. Entra. Las cortinas de la ventana recién señalada se abren. La chica mira por los binoculares. Aún estoy ahí.

En la oficina, todos se van yendo. El día comienza a declinar y sobre la ciudad convulsa se despliegan nubes naranjas que se arrastran lentamente, raspando el cielo.  Mejor. nadie llegará a preguntar qué hago con un par de binoculares.

Enciende la luz, se para frente a la ventana y para mi felicidad, regocijándose en una hábil parsimonia, se quita uno a uno los zapatos, el vestido, las medias, el sostén... Desnuda finalmente, se para un momento y mira en mi dirección. Me lanza un beso y cierra las cortinas tras de sí.

Los afanes de la humanidad son transitorios. Cualquier cosa que obedezca al arte, la técnica o el esfuerzo de entender, manipular y cambiar, son finalmente fútiles. Sólo tienen importancia las cosas invariables, aquello que no podemos cambiar: el cielo sobre las ciudades, los ciclos del año, la muerte. Nos hermana con la naturaleza lo que hay de inmutable en nosotros, lo que de nosotros no está sujeto al arbitrio y arruina las utopías de estos pobres pendejos soñadores y de los parcos tecnócratas que los reprimen: comer, dormir, matar, sobrevivir... el deseo. 

jueves, 7 de julio de 2011

Bright lights, big city...

miércoles, 6 de julio de 2011

Apología de un Vampiro

Sócrates decía que el mal era cosa de ignorancia: el que hace el mal es porque comete un error y no busca el bien correcto. Vino la ilustración, las ciencias, la democracia y la educación masificada. Sin embargo, siguió habiendo crimen, alcoholismo, vagancia, mediocridad, vicio, pobreza y brutalidad. Todo esto es obra del albedrío humano. Eso me mantuvo vivo: las obscuras calles de la noche me dieron la sangre de cada día, merodeando las tabernas, los prostíbulos, los callejones. Era inevitable que un día fuese apresado.

Aliviado espero se ejecute su sentencia, porque los siglos pesan como pesa su odio y su miedo y la soledad... Sepan, sin embargo, que no pueden alegar justicia, aunque me hayan condenado usando leyes. Sus leyes se aplican a seres con albedrío. En mi caso, sin embargo, mi naturaleza es matar. No es algo que pueda elegir, y por ende, no hay mal en mí, como no lo hay en tener la piel negra o el pelo castaño.

Así como yo maté a sus congéneres para vivir, ustedes me matan para preservarse: el rebaño odia al león porque lo teme. Obran no por el bien, sino por naturaleza. En vez de un juicio y una ejecución, un linchamiento hubiera sido lo correcto...

Epitaph

"What could be said of him, could be said of anybody".

RIP

jueves, 9 de junio de 2011

Siddharta en el Infierno

Una cosa que he podido reunir del tema del infierno es que el infierno sólo amenaza a los que aún desean y esperan. Pensé en hacer un cuento sobre el infierno. En él, el demonio, por orden de Diós, buscaba la manera de hacer que el infierno fuese perfecto. Leí al respecto, elucubré infiernos en la tierra y repasé los últimos que han existido (los campos de concentración, las guerras, la miseria embrutecedora)ya que del otro sólo tenemos el de Dante... Basado en él, quisiera fundamentar mi respuesta.

En los 7 círculos, se encuentra Dante con diferentes martirios, todos referidos al catastro de la naturaleza humana encarnada... Sodomía, adulterio, lujuria, avidez, cobardía, ira... Los pecadores siguen atados a la naturaleza que selló su destino, y en eso consiste el martirio. Mientras no se liberen de esa naturaleza, seguirá el martirio.

En mi cuento, el protagonista se halla en un valle desolado. No sabe como llegó ahí ni por qué (una de las cosas que se han perfeccionado es que el suplicio es más perfecto si no se conoce la causa...) Nada hay excepto cemento, que se extiende a sus pies sin fin por los siglos de los siglos. No hay personas, no hay árboles, no hay demonios torturándolo... Sólo cemento y más cemento bajo sus pies. El puede tratar de matarse contra el cemento, pero sus heridas sanan - el dolor concomitante sigue estando. Lo tortura el hambre y la sed, pero no muere. Lo tortura el cansancio, pero no puede dormir, aunque pueda tenderse. Lo tortura el calor de día y el frio de noche. Lo tortura la necesidad de hablar, el deseo de otro cuerpo... Nada lo ata, nada lo obliga... no puede escapar.

Pasan los años, de los que pierde la cuenta. Busca la escapatoria al prinicipio, luego trata de quitarse la vida. Luego increpa, insulta, se prueba la locura y el delirio. Al final, se da cuenta que esta en el infierno. Este descubrimiento es revelador. Una vez que lo sabe, y sabe también que no puede escaparse, el dolor, la soledad, el hambre, el frío, el sueño y el cansancio ceden... ya no lo torturan... Dios amonesta una vez más a Lucifer, que debe buscar otro mecanismo menos falible....

El budismo, al igual que San Agustín, enseña una dieta de las pasiones y los deseos... lo llama desapego. La idea es que la ilusión que es el mundo causa dolor -el dolor y el mundo son ilusiones: el dolor es real mientras nos ate a ella nuestra naturaleza, el mundo es real mientras escuchemos a nuestros sentidos y a nuestros apetitos, mientras buquemos en lo efímero lo bueno. Liberarse del dolor es la salvación...

Con este descubrimiento, Siddharta vence al infierno...

Aunque no creo en el infierno, el tema me parece interesante.

Peticiones al Gran queso Gruyere que Sonríe en el Cielo

Estas creciente. Siento cada noche en mis poros tu influjo... Luna en el cielo,  resucita a todos los muertos para que vuelvan en mis sueños a estar aquí y me digan quién fuí... Quizás así sepa de una vez por todas quien soy, porque fluctuo y me pierdo a veces, como el loco que navega por las aguas del delirio. La razón y la ciencia y no responden ningún problema. ¿Qué se esconde bajo las aguas y la noche que gobiernas con tus ciclos? ¿Qué misterio cifras en mis sueños, volátiles como el amor y el sexo?

Muchas cosas trae la noche que nos eluden... In mysterium Fulgit

lunes, 2 de mayo de 2011

Sombras

En Santiago (siempre Santiago), los domingos después de almuerzo, los parques y las calles son fantasmas solitarios. Todos están en los malls o en el estadio o en la casa de los suegros o durmiendo la siesta, cada uno según su gusto o disgusto. En algunos barrios, hay viejos que viven en casas viejas y descuidadas. Una vez que se van los hijos y los nietos, luego de la visita de los domingo, salen con sus bastones y sus pasos lentos y frágiles, y se sientan a los bancos de las plazas desiertas, a veces solos, a veces de a dos, pero siempre silentes. Usan gorras, chalecos, pantalones de vestir, camisas a cuadro y suspensores. Cuando hace más frío, bufandas. Es raro que hablen: parecen disfrutar el silencio de los juegos quietos, sin organilleros, sin burbujas flotando, sin algodones de azúcar y maní confitado, sin niños corriendo de un lado a otro.

Esa temporada rumiaba mi soledad como siempre (costumbre que se exacerba cuando las sábanas huelen a uno mismo y  el brillo de las estrellas es para otros ojos), erraba y me encontré en una plaza. Por esos juegos fortuitos de la memoria, me fui a otro lugar de Santiago, a Bellavista, donde, años antes, en el 1990, para ser exacto...

[La historia es de las más bizarras que pueda recordar: como tantas otras veces, decidí que me iba a saltar el colegio. Perdido en un libro -La Insoportable Levedad del Ser, que a propósito, no entendía a mis exiguos 16 años, un robo a la biblioteca de mi madre, costumbre que se extendería junto con el abuso y las malas andanzas al cajón de remedios de mis abuelos, a la alcancía de mi hermano, a las colecciones de casettes de anfitriones desconocidos de fiestas a las que no me invitaban, y, por supuesto, a los piscos y vinos en las góndolas del Almac o el Unimarc, en esa época bendita en que no había código de barras ni detectores a la salida del supermercado... Bueno, tiempos de crecimiento aquellos, en que uno se busca a si mismo y despotrica contra lo que le han enseñado y hace todo lo que le han prohibido o contra lo que le han advertido, afanosos en la obsesión de desatar los nudos que mantienen unidos lo que ha hecho de nosotros la crianza, para descubrir, deshojando los años, que no hay nada que buscar, y que la cara en el espejo muta siempre que uno cree haber por fin atenazado una "esencia inmutable", y que al final la crianza vuelve por mucho que pese, programada por defecto. En fin, siendo aún un niño bueno cuyo placer consistía en vagar los días de clase y leer libros con títulos existenciales como La Nausea o el susodicho, estaba sentado en esa plaza, cuando se me sentó al lado un viejo (mi memoria me dice que despuntaba los 60). Me pregunta que leo. Le respondo. Me dice que eso es interesante, que quedan pocas personas que busquen cultivar la mente, sobre todo siendo "tan joven y de buena pinta", y me pregunta sobre mi familia, aduciendo que deben ser personas de "criterio muy abierto" y "gente de mundo". Le digo que en mi casa mi madre se preocupa de tener libros y música, y que la cultura es importante. Me pregunta por mi padre.... Están separados... Luego de un rato, recuerdo que me pregunta ¿Alguna vez has visto a tu madre desnuda? a lo cual respondo que no es de su incumbencia... Algo ya no me parecía en los modos tan amables de este señor.  Me dice que no debiera  "sentir vergüenza de esas cosas". Luego me cuenta que él, a mi edad, sentía "cosas" cuando veía a su madre desnuda, pero que era natural, que él sentía cosas que se suponía eran malas, pero que había un tipo, Freud,  "un excelente psiquiatra vienés y gran escritor" que había demostrado que uno siente muchas cosas que se tildan de malas, pero que no lo son. Luego me dice: "¿sabías que todos nacemos bisexuales, y que las preferencias posteriores dependen de la crianza y la cultura, pero que naturalmente, nos gustan ambos sexos?"...."No, no lo sabía". Luego me dice que conoce un cine, y que allí van hombres de distintas edades, y también jóvenes como tú... mientras tanto, cruza las piernas y extiende su brazo en el respaldo de la banca, cerca de mi espalda y se inclina a hablarme más cerca... y que a veces, en esos lugares, las personas "se besan y se tocan, y descubren que no hay nada malo en eso, que es natural, que es sano, que es la "sociedad" la que sataniza esas cosas... "Acompáñame, sería muy agradable ver una película contigo"... Rápidamente cerré el libro, me levanté con mi mochila, le dije que ya era hora de juntarme con mi novia, y que tuviera un buen día, tras lo cual me fui caminando rápido, con todo el aplomo que pude juntar, mientras el hombre -¿un sacerdote católico, quizás que llenan la prensa local por estos días?- me llamaba y me decía que no sintiera miedo, que no me tenía que ir, que podíamos ser "buenos amigos", que no me sintiera incómodo... Linda historia que vino a ratificar la recomendación de toda madre: "no hables con desconocidos", y a arruinar, por cierto, el agradable sabor de una mañana otoñal en que se ha decidido dejar de lado el deber por el placer del ocio vagabundo. Sólo un par de años después, descubrí que Freud justamente decía que la represión de la pulsión del placer, y su sublimación, eran obras sociales, pero necesarias, quizás justamente teniendo a la vista a tipos como mi interlocutor].

 Volví al presente y su plaza, en San Bernardo, al otro lado de la ciudad, con 3 bancos, el maicillo y un árbol flaco y enjuto. Se veía la austeridad y la demasiada simpleza y falta de vegetación de un municipio sin grandes fondos. Había un viejo, sentado con su bastón en las manos, mirando las palomas revolotear de un lado a otro.

Me acordé que las palomas siempre andan cerca de las iglesias  mientras me sentaba al otro extremo de la banca. Tenía un pan (me gusta comerme la miga del pan, sobre todo de la marraqueta, pero dejo la cáscara, como la caparzón de una tortuga, pero sin tortuga adentro). Desmenuce un poco de cáscara y lo tire cerca. Mientras las palomas picoteaban las migas con toda su inteligencia, el viejo me miró:
"¿Le gustan las palomas?"
"Si".
"A mi también. Me gustan las palomas y me gustan los días nublados".
"¿Por qué? A mi me acomoda más el sol. Aparte, las nubes me recuerdan la lluvia, y la lluvia es triste".
"Justamente, joven. Una vez quise a una niña, era joven, más joven que usted. Fue algo corto, pero hasta hoy me acuerdo de ella. De hecho, fue mi primera polola. Nos conocimos cuando llovía, y me decía que la lluvia era nuestra. ¿Es usted casado?"
"Separado"
"Es una pena, de verás".
"¿Y usted, caballero?"
"Yo soy viudo,desde hace un algunos años."
 "Lo lamento"....
 "No se preocupe, joven... ella estaba muy enferma... Estuvimos casados 35 años. Yo tenía 30 y ella 23. Era muy linda la Laurita. Vivíamos por acá cerca, toda la vida en la misma casa, una casa bonita. Cuando llegamos, esto aún era casi puro campo. No fue sino hasta hará unos veinte años que la capital se tragó a San Bernardo. Era otra cosa antes..."
"Así me han contado."
"¿Tiene hijos?"
"3"
"¿Los echa de menos?"
"Durante la semana. Los veo los fines de semana."
"Nuestro hijo esta en el extranjero ahora, no lo veo hace tiempo. Se fue porque trabaja en una de estas empresas grandes, la IBM. Nos salió ingrato, se casó y de ahí casi no lo vimos más, y luego se fue... La Laurita siempre lo echo de menos. Cuando se enfermó, ya no reconocía a nadie, hasta a mí me desconocía, pero se acordaba del Juan. Se le olvidaba que Juan se había ido. Me preguntaba a qué hora iba a volver. Yo le decía que vivía en Estados Unidos. Ella decía que lo echaba de menos, y luego me preguntaba a qué hora venía Juan... Alzeihmer, usted sabe, la gente se olvida hasta de quien es o como comer".
"Cuanto lo lamento señor."
"No se preocupe. Por eso ahora vengo para acá. Aparte que la casa es tan grande, y ella lo llena todo. Llego y casi siento sus pasos, que me saluda, pero no está. Sabe, me he dado cuenta que la gente no se muere tan rápido. Se van, pero quedan sus gestos y sus costumbres y las cosas...Y no sólo la Laurita. A veces, antes, cuando iba para el sur, a Talca, pasaba por la casa donde vivíamos con mi papá, y era como si frente a mis ojos todo volviera a ser como era cuando era niño... La memoria es rara, vuelve a medida que uno envejece. Cuando era joven, olvidaba todo rápido. Pero todo estaba ahí, y ahora que ya no tengo nada que hacer, todo vuelve tan real... Cada rincón me recuerda a la Laura. A veces, sobre todo los domingos, la sacaba a pasear como a esta hora. Ella ya no podía caminar, ni comer sola, había que hacer todo por ella. Le daba de comer, le cambiaba los pañales. Cuando se fue... no piense mal, pero al principio sentí un poco de alivio, porque era muy pesado todo. Pero con el paso del tiempo, la echo de menos. Sin ella, todo es como una sombra. Por eso vengo para acá, a descansar un rato..Aparte, la traía para acá. La ponía mirando hacia esa arboleda. Los árboles son tan bellos, y ella se quedaba mirándolos, como si soñara".

San Bernardo puede ser triste, casi fantasmal. Pensé (no lo dije) que el caballero parecía una sombra que hablaba de sombras, con su bastón y su espalda encorvada. Me acordé de Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris... Me acordé de mi abuela, que, una vez muerto mi abuelo, lo sobrevivió varios años más, pero fue decayendo, casi como si se fuera de a poco desvaneciendo. Enflaqueció, volvió a recrudecer el cancer, y se pasaba los días tendida, mirando el techo, con una foto del tata en el velador... Tuvo un copalso mental, dejó de hablar y se fue del mundo en medio del sopor de la morfina.

Los faroles se encendieron, ya eran más de las 6. Miré hacia donde había indicado el caballero. Había una pandereta al otro lado de la plaza, y luego edificios de blocks de ladrillo, vivienda social típica de la época de la dictadura, que tapaban la cordillera. "Disculpe caballero, pero no veo los árboles que dice".

... No supe que decir ni que sentí cuando me volví. La banca estaba desierta. Quizás yo también sea una sombra que habla con sombras y no sabe que lo es.

lunes, 21 de marzo de 2011

The Ultimate Riddle

"Vivir y soñar son verbos sinónimos"

Un día se dispuso a narrar la realidad tal y como se daba. Hizo suspensión de su juicio, desactivó su corazón, silenció su boca y como el viejo Hume, desconectó la causa y el efecto, el antes y el después, la acción y la reacción.

Al creerse listo, descubrió con asombro que había un último escollo entre él y la realidad: ansiaba describir el mundo tal y como este era. Para describirlo, requería un lenguaje, y entre los disponibles, estaba la matemática, las palabras y el arte. Los tres eran mentirosos, los tres eran él y no la realidad. Era muy simple: Who renounces words renounces dreams, who does not dream cannot exist.

Como siempre, los medios fueron escuetos y reemplazaron el hecho rápidamente. Un hombre se desvaneció en el carro del metro a las 9am en punto, entre la Santa Lucía y Universidad de Chile. Hubo tres ataques de histeria y un infarto.

Volvió a casa luego de una larga ausencia...

De tiempo en tiempo dejamos nuestra casa desatendida. Espero que los parroquianos de ayer y de hoy me perdonen En exiguos pero fieles números, me gusta que me lean de cuando en vez y dejen caer algún comentario... Desempolvando lo que esta guardado en el armario, ha sido un poco alarmante no encontrar nada listo para compartir salvo algunas ideas locas sobre la materialización de los sueños y el sistema judicial...

Para ponerlo en bonito:

The mind stagnates as the wheel of compulsion ceases to sting it with grievances and the well of memory does not bring out the corpses of past happiness...

Al respecto, vale la pena revisar el monólogo de Agent Smith en "Matrix 1" cuando está dopando a Morpheus: memorable parlamento del nihilismo, que conecta el sentido de la vida y del emprendimiento al dolor.

Complicada manera de decir que he tenido unos meses tranquilos dentro de todo...

Cheers for that.

viernes, 18 de marzo de 2011

Mausoleo

Los años lo ajaron y la lima del hábito y la rutina lo redujeron a la simpleza de un animal -la noche es para dormir el cansancio de todos los esfuerzos para comer. No adquirió la costumbre de leer el periódico esperando la cena, pero llegó el momento en que la espirituosa salió de su vida, y junto con ella la lujuria y los impersonales abrazos canìbales que suelen acompañar la ebriedad de los sexos.

Entonces instituyó un mausoleo de los recuerdos. A veces rescata a alguna y desempolva el recuerdo, para darse cuenta que se va desvaneciendo poco a poco - la voz, el sesgo, la expresiones de la cara, el olor del pelo... A medida que lo pulen los años, se ve forzado a hacer intervenir la imaginación que va zurciendo estos recuerdos que se caen a pedazos. De a poco se va armando un sólo recuerdo que es una quimera de todas. Este ente ideal las combina a todas en sus mejores momentos, pero el resultado final es monstruoso, como lo son el arte y toda empresa humana...

Hundiéndose en las noches de los dìas, finalmente se da cuenta de la futilidad de todo...

La policía encontró miembros arrancados y cocidos juntos con hilo de pescar. Era un patchwork de miembros humanos disimiles unidos para formar un cuerpo... El ADN resultó ser de una pléyade de mujeres, todas vivas y enteras y en perfecto estado... Un hombre es el único sospechoso de algo que no es un crimen. La ciencia forense fue unánime en un comienzo: dictaminó que el cadáver era en todo rigor un ente real. El cuerpo refrigerado sin embargo, sufre un proceso de desvanecimiento progresivo: se vuelve cada día más transparente, pareciera difuminarse, irse borrando con el paso de las semanas. Lo que más llama la atención es la cara, que parece ir perdiendo todo rasgo diferenciador, toda particularidad, y es cada vez más un no-rostro... Lo recluimos en una celda, y cada cierto tiempo, los guardias deben retirar restos de pelo, dedos, dientes. Apareció un día otra cabeza, que, como toque final, tenía dos corchos, uno en cada sien... Inexplicable... No sabeos que hacer:  los jueces no podrían que llevarlo a juicio, la policía lo soltaría, los juristas perplejos, no tendrían categorías para esto. Este hallazgo de be quedar en total reserva. Hemos llamado a psicólogos, psiquiatras y científicos las más distintas especialidades. Nada pueden concluir. Lo que pasa rebasa la causalidad empírica. Entre los parapsicólogos hay discrepancias: esto no es un tipo de poltergeist; entre los  esotéricos y otras personas del rubro oculto (se recurre a ellos como ultima ratio), uno dijo que era la reencarnación de Aliester Crowley, otro que era un médium de sus propios delirios....

El hombrecillo es del todo insignificante, pelado, y ya en la medianía de los 50. Es taciturno y todo lo enfrenta socarrón: todo le parece broma, se divierte y es impenetrable en su silencio...

miércoles, 16 de marzo de 2011

4:30

Cuando todo esta silente, disfruto estar despierto cuando debería dormir, fumar cuando debiera dejarlo, y recordar cuando debiera olvidar. La naturaleza del tiempo cuando no hay compulsión alguna por deber alguno me regocija, la naturaleza de la soledad también porque caben tantas cosas en ella. He poblado esta noche sin compañía con el contenido de mi cabeza. Mañana -hoy, en 3 horas - la ciudad volverá y los buses y la corbata y un cubículo bancario. La materia de la realidad se mezclará con el sopor y escucharé y veré la rutina lejana como un sueño que se manifiesta los ratos en que mis ojos no se cierran.

Por mientras, el silencio y las preguntas que dan vueltas a mi cabeza y los recuerdos y el espejo del baño. Me arropo en ellos y me niego a dormir,
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