Descansa en paz. Te llevas una tajada de mi niñez y la calle Santa Elvira, el parrón y el reloj cucú que marca las tardes de los domingos silenciosas de siesta hace ya años. Te llevas también los últimos vestigios vivientes de mis tatas, el ajedrez, ser arrastrado a misa con rigor semanal por la abuela, la casa de la playa, los parientes vistos sólo para tu cumpleaños, las fotos sepia de antepasados que jamás conocí, los sermones, el patio de luz. Contigo terminan de morir todos los viejos, los rosarios, los santorales, el domingo de ramos, la anilina y el concepto tradicional de familia.
"Quien canta es mi carozo, pues mi cuerpo al fin tiene un alma"
Gracias
Adiós
lunes, 23 de febrero de 2009
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