sábado, 24 de abril de 2010

Un accidente.

Hay aguiluchos en Santiago. Llegaron hace un par de años y a veces se los ve rondando los basureros o volando por ahí. Hoy, mientras camina por Providencia, casí llegando a La Concepción, mira a lo alto y ve uno volando. El ave asciende y desciende rápido, planea, gira bruscamente tras una paloma que huye con aleteos ágiles. Recuerda que empezaron a aparecer luego que los loros proliferaron sin control, y especula que quizás los introdujeron intencionalmente para controlar esta plaga.

El espectáculo de un ave cazando en plena urbe, entre edificios de vidrio y la multitud trajeada que llena las calles y se detiene frente a las tiendas, le parece asombroso. Absorto, no nota los autos. Sobre la gente que se congrega, los gritos y el tráfico que se detiene en torno al cuerpo desarmado, caen plumas blancas, grises y negras. El agilucho ha dado caza a la paloma.

martes, 13 de abril de 2010

De las ciencias y las Creencias.

He metido mi nariz en algunos debates entre creyentes y dogmáticos de las ciencias. Entiendo a estos últimos mejor de lo que entiendo a aquellos, aunque ahora soy creyente. Son debates donde nosotros tenemos pocas posibilidades, dado que tenemos que satisfacer los criterios de prueba empírica, tarea del todo irrisoria. Por eso mis intervenciones son escuetas y llaman a los dogmatistas de la ciencia a moderar sus comentarios -que rayan en la descalificación - y a recordar que un verdadero espíritu científico es más bien agnóstico y no niega la trascendencia (¿como podría si no tiene experiencia alguna de ella?), sino que aplica una sana epojé respecto a las proposiciones que sobrepasan el ámbito de lo empiricamente experimentable y verificable. No poder probar la existencia de algo que trasciende los sentidos no es, al fin y al cabo, prueba de que no existe, como ellos (por ser dogmáticos) parecen creer.

Algunas observaciones.
De la consciencia tenemos pocos datos empíricos, y ninguno es directo. La actividad eléctrica y química del cerebro son los rastros empíricos y medibles: pero no son pocos los problemas de inferir algo a partir de datos empíricos "duros" tales como impulsos eléctricos (medibles y verificables). Dado que la única conciencia de la que podemos dar testimonio directo es la nuestra, no podemos probar que el resto la tenga, ya que vemos conductas corporales, escuchamos sonidos emitidos por cuerpos sensibles, etc. Descartes mira desde su ventana y ve hombres caminando por la calle. ¿Cómo sabe que son hombres y no autómatas impulsados por medios mecánicos? Nos habla de una inspección del espíritu; lo mismo al considerar el famoso pedazo de cera: ¿Como se sabe que es la misma cera si cambia su forma al acercala al fuego, pierde su olor característico, etc? "la inspección del espíritu"...Ahora, que digamos que el resto tiene una conciencia igual a la nuestra, no es algo que se pueda probar mediante los datos empíricos que se nos dan: esto obedece también a una "inspección del espíritu", considerado estrictamente. Los efectos (impulsos eléctricos y procesos químicos que envían señales a los músculos para producir conductas) pueden obedecer a la causa que suponemos (una conciencia de la misma naturaleza que la nuestra), pero pueden obedecer a otra. La ciencia enfrenta un problema análogo a la filosofía con la prueba de la existencia de Dios por los efectos, que es básicamente una forma concreta de la falacia consecuente: para una consecuencia pueden suponerse muchas causas posibles, pero no es posible aseverar una de entre ellas. Caben para la conducta humana observable la conciencia, pero también otras causas: la causa que buscamos (una conciencia que tiene como contenido pensamientos, emociones, recuerdos, etc), es bastante verosímil, pero nunca puede ser verificada en cuanto conciencia.

Y es que la ciencia también opera con medios supuestos, pero no observados o verificados. La ley de la gravedad se muestra en sus efectos, pero ya se ha propuesto otra causa que explique porqué nuestra piedra orbita el sol. Einstein supuso un espacio-tiempo plano que contiene objetos. Los objetos deforman este espacio tiempo plano con su presencia, como una caníca sobre una sabana produce una hundidura si esta sabana esta tensa. Esta deformación que el sol produciría haría que la luz se curve, que los planetas orbiten, etc. El mecanismo es producir explicaciones para eventos observados por los sentidos. Estas explicaciones luego son verificadas por vía experimental. Sin embargo, que la explicación de cuenta de los hechos no implica que sea verdadera: que la luz se curve no implica que los objetos curven el espacio-tiempo. Que los hombres hablen y se comuniquen por medios acústicos no implica que tengan conciencia...Todo eso es inferido, pero inferir es aducir causas posibles a hechos dados. La postulación de la conciencia es por tanto algo extra-científico...No fue una vagatela que se hablara de la "caja negra" en el behaviorismo.

Aparte de los hechos aislados y concretos, todo el resto es una "caja negra"... Una constelación de hipótesis que se sostienen una más otras menos, pero al fin y al cabo hipótesis. Tan hipótesis es decir que el mundo es mecánico como decir que es una creación de un creador, como un reloj es la obra de un relojero. Una realidad ordenada puede salir de si misma (al final, la hipótesis "atea" y dogmática de la ciencia es que el mundo se sacó, junto con sus leyes y su mecánica, a la existencia a partir de la nada o de la concentración de todo en un punto) o puede obedecer a la inteligencia de un artífice que lo dispuso así.  Los datos duros dan para ambas hipótesis. No importa cuanto se indague en la materia y en los quarks y los electrones y la materia elemental, no por allí se podrá demostrar una inteligencia rectora y creador o su ausencia. 

Es ridículo sostener que para "probar" la existencia de Dios se deba aducir un hecho real, ya que nunca lo veremos tomar el bús. Ridículo es sostener que porque los cuerpos caen, exista la gravedad, o porque los hombres escriben en teclados tengan conciencia... Pero lo sostenemos. Un hecho real no es prueba de nada, excepto de su acontecer. Un quark no es prueba más que si mismo. Todo el resto pertenece a otro orden. Y ese otro orden es la pregunta eterna, la maravilla, la ética y el pecado... Somos insondables, pobres criaturas que no pueden articular un conocimiento suficiente siquiera de la existencia de algo que no sea nuestra individual conciencia, pero que pueden presenciar o crear (que el lector escoga), la belleza, amar, matar, adorar a Dios o a la mecánica ciega.

Salud!

viernes, 9 de abril de 2010

Febrero, 1348.

Febrero. Febrero es la nieve que cae. Hace apenas un més, el niño corría con su hermana sobre el manto blanco y sus pies se hundían hasta el tobillo. Ahora la peste infesta el burgo, con insidia, como las ratas que corren por el entretecho y asechan la poca comida que queda. La fiebre, la tos y la debilidad se ceban sobre su cuerpo, y yace sobre un mugriento colchón de paja. La chimenea esta encendida. El niño repasa el mundo con los ojos por última vez.

Las sombras de las cosas saltan y bailan con el fuego, y sobre este fondo cambiante que se parece al sueño, las circunstancias tienen a bien que el gato este vivo y retoze cerca del fuego. Hay también una esfera de cristal que era de su padre. El niño solía jugar con ella a hurtadillas. Ahora, sólo puede detener sus ojos sobre el gato, que asecha la esfera. El felino se recuesta de lado cerca de la esfera, estira sigilosamente una pata y de un zarpazo rápido en su cautela, la esfera rueda por el piso. Por unos minutos, el gato perseguirá la esfera por la habitación, tratando de atenazarla, alejándose y luego atacando, y este será el postrero regalo que se llevará el niño al cerrar los ojos.

Sueña que juega con la esfera como antes, y mira los reflejos que da sobre el piso a contraluz, y en el sueño vuelven a estar su hermana y su padre, y las risas y el caldo de papas en la mesa. El gato vuelve a tenderse, aburrido. El niño ha muerto.
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