martes, 25 de mayo de 2010

tautologías

Lo que significa ver crecer a los hijos, sólo lo enseña ver crecer a los hijos. Esto puede sonar tautológico, y las ciencias dicen que las tautologías son redundantes y no aportan nada al avance del conocimiento. Hay otra manera de ver las cosas, ya que algunas tautologías son poderosas, y totalmente intestinales. Importan mucho algunas tautologías porque dan acceso al reino que no puede acceder la ciencia.

Huegla recordar, después de todo, que toda explicación causal es en cierta medida falaciosa: más o menos probable, nunca cierta. Un hecho sólo es, al final de cuentas y con certeza, la prueba de sí mismo, no de sus causas.

Existen grandes tautologías que miden la existencia humana hasta su máxima hondura y sombra. Saber lo que es la muerte, sólo lo explica la muerte; lo que es la dicha sólo se explica siendo dichoso. De nada sirve explicar la dicha, sus mecanismos cerebrales electroquímicos; de nada sirve explicar la muerte por medio de la medicina o la biología -la explicación causal no es capaz de dar respuesta a las inquietudes humanas. Lo que hace es crear un mundo que trata de eliminar las causas de inquietud (la muerte, la soledad, la guerra, el hambre), y esa es la enfermedad de la ilustración y de occidente, pero eso es harina de otro costal. Sin embargo, hay cosas como esas que sólo se entienden al darse y al vivirse: el acceso a ellas es tautológico, si por esto entendemos cosas como "vivir la guerra es experimentar la guerra que es saber lo que es la guerra". Nada más se puede decir. Toda la verborrea vertida en aras del amor no puede comunicar lo que es sentirlo, hasta que se siente. Luego, y sólo en ese momento, esa verborrea se vuelve entendible. Y por eso, nuestra crianza nos arruina un poco el goce de esas cosas, al vertir tanta ansiedad y conceptos y expectativas respecto de cosas como esa: al finalmente llegar a vivirlas, una maraña de ideas y actitudes y emociones criadas por años de bla bla bla muchas veces las desfiguran, dificultan, diluyen o arruinan .

Quizás por fin se me están aclarando algunos aspectos del Tao: este camino sólo se entiende recorriéndolo. El acceso a vivir de cierta manera sólo se obtiene viviendo de cierta manera. Una persona es una persona, y lo que sea compartir con esa persona sólo se sabe compartiendo con ella -sea un cigarro en el break, jugar pool, vivir juntos, la cama y el deseo, etc. Según esto, la felicidad es simplemente no esperar de lo que sucede nada más ni nada menos que lo que sucede, ya que la expectativa es siempre una cierta forma de mentira: lo que significa lo deseado no es anticipable, y el deseo es una anticipación.  No podemos decir que lo que nuestro deseo desea (el objeto del deseo) sea el objeto tal como es "en si mismo", sino hasta que lo deseado se vuelve goce (in sensu de disponer de ello, como cuando quiero un cigarro y luego tengo el cigarro). Nuestro deseo y lo que en verdad existe -lo que deseamos, pueden divergir, sobre todo porque con el deseo también vertimos un caudal de ideas, carencias, afectos, y una pléyade de otras minucias del alma que desfiguran, distorsionan, agrandan, empequeñecen.

El Tao es ser como las cosas del mundo. En el mundo nada deja de llegar cuando tiene que llegar, y nada hay que no siga su curso natural. Por eso el pensamiento místico en general es tan difícil de seguir e implementar; por eso mi fascinación con Borges y sus dados divinos; por eso Comparto con él que Dios hizo un gran casino cósmico, donde las probabilidades todas se dan en distintos momentos. Nosotros somos los clientes en este gran casino. El Tao y otros caminos (el buddismo, la verdadera vida cristiana del perdón, y así en más) son renunciar a especular. Eso trae la paz, eso trae el bienestar, eso trae la felicidad.

Sin embargo, no me encuentro, y en esto creo estar con la regla estadística predominante, preparado para esa felicidad. Por eso echo a rodar los dados, por eso me gusta la posibilidad y por eso a veces me desengaño, o ando triste.

"The pleasure is the play"

(a ver quien pilla de que canción saqué la cita -you don't play hermit, cause u know the answer!)

Los Viejos Deleites

Ayer se junto mi vieja banda. Tocamos, y he andado con una sonrisa todo el día. Había olvidado la eficaz eficiencia terapeútica de la música, que es, más allá de la filosofía o la verdad,  lo mejor y la musa peridlecta.

Zappa dicit:

"Information is not knowledge.
Knowledge is not wisdom.
Wisdom is not truth.
Truth is not beauty.
Beauty is not love.
Love is not music.
Music is the best..."

(Joe's Garage, Act III)

lunes, 17 de mayo de 2010

Nothing up my sleave

En tiempos de fatiga no tengo nada que decir. Y las cosas que se me vienen a la cabeza no vienen al caso. Sentarse frente al teclado with the urge to say something, sin embargo, nada viene, nada cuaja. Sólo frases tontas de canciones sueltas que se cuelan en el background sonoro de mi conciencia: "Its easier to leave than to be left behind". En definitiva, pienso en que debiera dedicarme a cultivar tomates en un cerro sólo como hermitaño, dejar mi barba crecer con ramas enredadas entremedio, y hablar con las piedras, las arañas y los pájaros, llenarme de polvo como un mueble viejo y dejar de sentirme como una marioneta sin hilos. Quizás algo productivo saldría de eso, que de la filosofía y las ciencias y la literatura y el arte, nada últimamente...  

miércoles, 12 de mayo de 2010

Virtudes del Quiltro

Me gusta la lluvia, y extrañamente, la asocio con los quiltros callejeros que andan por esta ciudad en toda su extensión y entre todas las clases sociales. No se que me mueve a tenerles un cariño especial, sobre todo si a veces andan cargados de pulgas, de tiña, o son sólo un esqueleto cubierto de piel que mueve la cola inadvertido y feliz a algún niño en el parque antes que los padres lo alejen.

Me gustan los perros porque siempre perdonan (en esto sigo a J.B. Clamence), y los callejeros porque son resilientes en su ingenuidad y en su soledad, que cada cierto tiempo es engañada por los niños o algún adulto que les ofrece algo de comida o les hace un cariñito para luego dejarlos allí mismo en el paradero del bus, viendo la puerta cerrarse. En estos casos, bajan un poco las orejas, dan vuelta la cara y siguen su camino hasta que encuentran otro transeunte al que seguir, o una perrita a la cual acosar entre el tráfico y las cuadras.

Poco piden y con poco se contentan. Si uno los adopta, suelen terminar desapareciéndose, al primer descuido o apertura de puertas. No sé si es por el impulso a vagar que los hace abandonar la vida fácil de la mascota, o porque simplemente se pierden. Lo mismo da, son de la calle y la calle es de ellos: nosotros vemos la calle como el lugar otro al que no pertenecemos. Educados en la modernidad, el consumo, y la individualización, nuestro espacio es el espacio cerrado donde residimos "privadamente". Los quiltros son mejores ciudadanos: se apropian de los espacios comunes del hombre y hacen de él el lugar predilecto en el que existen.

Quiltros de la lluvia y de los basureros. Hoy los recuerdo. Entre todos los animales, levanto mi copa y bebo -no se que valor tiene el respeto de un beodo, pero este beodo bebe por ustedes con respeto y cariño, raza de su predilección. Hoy me siento un quiltro más, pero me pone nervioso esta comunión: cada vez que me acaloro mi lengua comienza a colgar, y sin darme cuenta estoy rascándome con los pies. Me ha sido imposible tomar el metro: el guardia me echa a patadas.

jueves, 6 de mayo de 2010

La Primera Lluvia

Hoy llovió por primera vez, y salí a caminar insomne bajo el cielo nocturno claro y el frio posteriores. Es cierto que han habido otras lluvias este año, pero siempre hay una, como hoy, que echa a andar el invierno sobre mi vieja y querida ciudad. Con ella, el otoño ha comenzado a caer amarillo, café y rojo sobre los patios y las veredas y pronto los árboles alzarán sus huesudas ramas ennegrecidas al cielo cargado como manos de pesadilla.

Siempre sucede lo mismo, pero hoy he notado el olor de la tierra mojada y el pino filtrándose por mis narices. Recuerdo que hace dos años llovió también, y salí a pasear un llanto amargo por las calles envueltas en una neblina densa. Esa noche, vagando, me esperaba relumbrando en el pavimento una medallita del corazón de cristo que me acompaño meses largos en los que fui sabiendo poco a poco que había perdido a mi compañera de 14 años, y frotarlo entre mis manos me sostuvo. Recuerdo que alguien escribió, muy bien de hecho, que la lluvia araña, y mi respuesta fue que la lluvia era también como un bautismo.

Me siento sólo otra vez, y por eso me gusta caminar en la noche cuando ha llovido: las personas se guardan del frío y la ciudad queda para mis pasos y para los quiltros que ladran y persiguen el poco tráfico y las escasas micros vacías. Es un buen momento para despedir lo que se ha perdido y para sentir que la llovizna que moja mi calva lava y purifica y prepara la llegada de otras caras, otras alegrías y otras penas. El creador ha puesto arte en estos cíclos simples y necesarios. Sea una medallita o el olor a tierra mojada y la luna brillando sobre el frío, siempre hay consuelo para el que tiene ojos para buscarlo, y sé una vez más que Junio son cielos pálidos pero sé también que estos cielos mudarán y estarán exhuberantes de ventolera y volantines en Septiembre. En el invierno el mundo deja atrás el color y la luz y las faldas y los ombligos al aire para mi deleite, para que pueda volver a lucirlos y llegue el verano. El camino del Tao es asemejarse a las cosas del mundo, y en el invierno tenue del alma, entiendo que pronto "la luz habrá tiznado gente sin fé"...

Por eso me gusta la lluvia.

martes, 4 de mayo de 2010

Will and Resilience

"It's not the size of the quiltro in the fight, It's the size of the fight in the quiltro...Maaannn".
(G-spot Ecker, in "Subway Conversations in Babylon", Chapter XXII, b25).



Note:
Quiltro: stray dog
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