Hoy ha descendido una luz distinta sobre Santiago. Es que Marzo viene, y con Marzo, una luz tenuemente grisacea, que obscurecerá nubes, lluvia. Se apagará el calor, se encenderán las estufas de parafina, gas licuado, leña. Alguien pondrá encima un tarro con cáscaras de limón o naranja nadando en agua. Este tiempo es dicotómico -a modo personal. Me gusta la primavera, y más el verano, que es siempre sorpresas azarosas, calor, poca ropa, flores, hojas verdes, brisa y lunas que se alargan con la intoxicación y la gente que se sucede en las fiestas, los bares y si hay suerte una cara en la almohada. El verano también es el inexorable frenazo de la máquinaria productiva: las lucas escasean. Marzo anuncia el peso de la vida de siempre: uniformes, colegiaturas, las lucas que aún faltan, la corbata al cuello, y el invierno, la gastrítis crónica y los meteorísmos concomitantes (signos todos de la de la neura bajo la calma y el miedo bajo el aplomo). Marzo anuncia que todo se retoma, y con eso, las lucas que llegarán. Pero en esta luz que palidece, siempre es hora de recapitulaciones, que el verano fue el fin de un giro de la rueda, y todo aparece distinto, una vez más, y quiero entender qué espera en la vía....
Pero ahora sólo quiero hablar de mi gato, que una vez más me pesan las horas y el gato es mi camarada en las micros, las noches, la casa materna, la casa de Sam, la pieza...Tiene las horas contadas, que no puedo quedarmelo, y se irán sus pelets, su cama, su arena química, el rastrillo, el pulgicida con el dueño nuevo, y quizás también cambie otra vez de nombre (sus apelativos ya han sido "Calavera" y luego "Rex" -¡mucho nombre pa' tan poco gato!). Cuando no esté, seguiré limpiando las puertas y los zócalos de mi pieza, y luego desmantelaré el empapelado asqueroso que heredé de los ocupas y una administración deficiente con el ornato, seguiré armando los muebles, disponiendo libros, cuadros, CD's... me detendré un rato, buscaré los puchos pero ya no habrá un miau ni pinchazos subiendo mi pantalón para recostarse en mi regazo; no habrá caja pasada a meado de gato, ya no habrá pelets ni agua, ni ovillos negros a los pies de la cama. Tampoco habrá gato que sacar de los estantes, los closets, los basureros, los montones de ropa sucia. Mis dedos no serán mordidos, mis brazos no serán arañados, nada atacará a las polillas ni a las pelusas en el suelo.
En fin, cagada chica de gato, realmente te voy a extrañar, yunta de las semanas de Febrero y el calor, de las horas sólo, de la agonía y muerte de mi tia abuela, de la pena que provoqué -tranquilo quedo que dolo no hubo; del portazo en la nariz del ego que se me dió a la semana para compensar -tranquila queda ella que dolo no hubo... Siempre recojo gatos, pero por primera vez tengo que desprenderme de uno...