Hablaba hace poco sobre el arte. Decía que el arte que sea una fiel copia de la realidad es un aburrimiento soberano. También agregué que es la "voz" del artista la que se cuela tras la obra. Conviene ahondar respecto a esto...
El arte presenta una obra acabada: hay una forma, un contenido, una voz y una intención que quieren "decir algo". Precisamente en este decir algo comienza la ficción y el quitarle el poto a la jeringa de "las cosas como son". Operación de fobia a las hipodérmicas que marcan toda nuestra vida, de hecho. El arte no puede alcanzar la realidad porque es muy humano, y el ser humano vive en la ficción cuando no esta imbuido en la realidad.
La realidad no se puede describir, no se puede reducir a una idea ni plasmar en un cuadro. No obedece a "intenciones", no se deja transcribir en "visiones" ni apresar en "una voz". Siempre es incesante cambio: de caras, de circunstancias, de preocupaciones. Cuando el puzzle parece cuajar en un bello "relato", si miramos con los ojos y no con la mente, aparece una pieza inesperada, alguien nos deja, cae desde no se donde un nuevo problema por solucionar, un golpe de empiria desbarata todo, caen los castillos de conceptos como cartas con un soplido. Tratar de apresar todo esto en "algo" significa aplicar visturí: dejar un molde bien firme que haga que todo tenga un "sentido", un "fin", un "principio", un "orden", una "predicibilidad", y así, una larga lista de etcs. Pero las cosas no son así, y esta intuición nos manda más allá del arte, la filosofía, la ciencia o la religión. Los hilos de las cosas se extienden más allá, siempre más allá, y no terminan de enebrar nada con pies ni cabeza. El cine muestra segmentos de la vida, al igual que el arte: todo acaba en algún momento, y dentro del perímetro de la tela, de las secuencias fotográficas, etc., nos dejan con una historia bien armada, con comienzo, desarrollo, fin. Pero el fin no llega nunca, siempre se esta comenzando de nuevo, y siempre se debe renovar el esfuerzo, poner el cuerpo a otra cosa que nos sale al bulto...
No captamos que sea la X, Kant lo dijo ya: la cosa en sí no se deja conocer. Pero es insidiosa y desbarata nuestra experiencia, juega con nuestro orden, trastoca la felicidad y la pena... ¿Cómo pueden el arte o la filosofía captar esto? Estas hueras palabras tampoco apresan esta intuición, arrancada entendiendo con los ojos... Pero sin palabras nada seríamos... Miento: seríamos un mosquito o una vaca o una anaconda, que van por la vida sin preguntarse nada, sin hacer cuadros, sin escribir libros, sin pagar cuentas... Quizás el paraíso sea un zoológico, y la bienaventuranza sea la humillación de la razón y de todo lo humano, del espacio, del tiempo, de la memoria...
Ser como esa canción de Sodom: "If you can't eat it or fuck it, then kill it". Pero esto es quimera, como lo somos nosotros, pues la quimera no puede ser real como lo real no puede ser quimera.
martes, 30 de junio de 2009
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