viernes, 15 de agosto de 2008

GLOSA A LA PRIMERA ENTREGA DE "LA COSA EN SI..."

Retomando a Heráclito, quisiera hacer algunas observaciones que se me ocurren al respecto. Significa interrumpir el hilo del razonamiento que pretendo mostrar subyacente a la tradición but here it is. Asi es que esto no constituye la segunda entrega, sólo notas al pie de la primera.

Heráclito nos dice que la guerra es el padre de todo: por tanto es también el principio que ordena todo: en las culturas antiguas el padre es también el rey y por tanto el legislador - no por nada la discordia es la justicia.

Hay dos observaciones: una respecto a la discordia que ve Heráclito en las cosas; otra respecto al lenguage como acceso al ente.

1) Respecto a la discordia: Adelantando un poco la entrega dos, principalmente usando el marco conceptual Aristotélico y ideas más modernas (muy a lo empirista inglés), podemos arrancar con una crítica a la idea de los opuestos y del cambio que hace a todo inestable.

Lo primero, Heráclito no ve un cambio "caótico", sino que más bien un fluir entre opuestos - es decir, hay un orden tenso de fuerzas que empujan y jalan que influye sobre lo que es y hace que mute. El joven devendrá viejo y no será más joven; el latón se calentará con el sol y luego se enfriará con el viento de la noche, y crujirá haciendo que más de alguno crea que hay ladrones en su techo o fantasmas - o gatos. "un fuego que se enciende y apaga con medida"; una hoguera que lanza cierto aroma dependiendo de la especia que lo domine de momento. Y si el universo es una gran hoguera, y todo está dominado por el fuego -cambio incesante- entonces las cosas sólo se denominan efimeramente -enfermo/sano, frio/caliente, humedo/seco, etc.

Aristóteles diría: que alguien sea viejo o joven, o que algo este caliente o frío o que se sea rey o esclavo son al fin y al cabo "accidentes" que le ocurren a las cosas, pero las cosas no son lo mismo que sus accidentes - accidente es algo que encuentro en la cosa, pero que no es necesario que la cosa tenga para ser lo que es (un hombre es un hombre, sea viejo o joven; un paraguas es paraguas, no importando el color que tenga o el largo de su vara: la juventud o la vejez no definen "lo que sea ser hombre" - en griego ousía - participio femenino del verbo eivai -ser: es decir literalmente "lo siendo" pero traducido mejor como "lo que es" - nota: todas las entradas de palabras griegas quedan sujetas a reserva ya que desde hace harto tiempo que no repaso mi griego y esta más que oxidado). El pensar el concepto hombre bajo el que ordeno a una infinidad de entes que se me aparecen a los ojos no pasa por pensar en su vejez o su juventud, su fuerza o debilidad: estas no me dan la clave que abre el "qué son". Lo que "sean" viene dado por la forma ("eidos" - participio de "jorao" igual que "idea" - "ver" como "lo que se ve" - pero no por los ojos materiales sino por los del intelecto) que portan todos por igual (viejos y jovenes, imbéciles y genios, reyes o subditos) y que puede reducirse a su "enunciado": el ser que se enuncia en la palabra hombre nos dice que estos son "animales bípedos capaces del logos (habla-pensamiento)". Es decir, con la experiencia de muchos hombres (viejos, jovenes, imbéciles, esclavos, libres, tristes, alegres, etc.) , se va imprimiendo en mi mente una "forma" de lo que es el "hombre": un cierto concepto que es común a todos y que se halla en todos y hace que sean lo que son, por mucha diversidad "accidental" que manifiesten. Y esta forma es accesible al pensamiento, que las "extrae" de lo que se aparece a los sentidos. Ahora, esta ousia (quidditas medieval) es común al viejo y al joven, al árbol que está totalmente desarrollado y se abre al sol como al brote que recien despunta sobre el suelo. Por lo tanto, que las cosas cambien no significa que no podamos conocerlas: hay cambio, pero este cambio es de los accidentes, no de las formas. La forma permanece y guía al cambio: la semilla que se convertirá en árbol porta en sí al árbol que llegará a ser - sólo así puede llegar a ser árbol y no vaca o lechón. Por tanto, Heráclito se equivoca ya que denomina las cosas por sus accidentes, no por si mismas (el hombre que ayer era un "enfermo" y hoy es un "sano" es hombre en ambos casos).

Ahora, respecto a Aristóteles, un espíritu crítico empirísta nos diría: yo puedo tomar una naranja, quitarle la cáscara, desgajarla, deshacer cada gajo en miles de pedacitos; luego volverme contra la cáscara, despedazarla en sus células constituyentes, ponerlas bajo el microscópio -¡¡¡ y no encontraré en ninguna parte "lo que es la naranja en si misma"!!! OHHH Aristotle, where's ye goddam fridging "orange in itself"?! Bollocks!!! It doesn't seem to be in the orange!!! Pity mate. La naranja no es más que la suma de sus "accidentes": esto es todo lo que puedo deducir si es que me atengo estrictamente a la experiencia que tengo de la "naranja". Lo mismo si le quito al hombre todo lo "accidental": la forma de su nariz, su contextura, el color del pelo, las arrugas y bolsas alrededor de los ojos, el color y la forma de estos, el timbre de su voz. Todo eso que no constituye "lo que es ser hombre" sino sólo sus "accidentes": parece que las cosas que padece, lo que le adviene al hombre, al final es lo que constituye al hombre. ¿Qué clase de acceso a los entes nos deja la palabra "hombre" o "naranja" si es que al atenerme a los fenómenos de hombres y naranjas (the only beings existing in reality -and those upon which any worthwhile knowledge can be begotten instead of some foolish, bloated metaphysical chit chat), lo único que encuentro son accidentes, el peso mortal de lo contingente - ya que lo necesario, lo que designa el concepto, no es más que una evanescencia, algo totalmente intangible, que se disipa al inspeccionar seriamente las cosas que están en el mundo.

Same with good old Parmenides: leave the poor chap with his "being is" in the library and let's go have some pints at the pub and discuss serious matters (like, when queen Elizabeth dies, should we then call her successor "Queen Charles"?)....And, Parmie, Where's "being" anyways? We´ve looked everywhere for it but we can't find it, mate! Is it hiding? OHHH maybe its shy!!! What a sweetie!!!

Y esto nos lleva a algo más: el lenguage. ¿Qué se puede decir después de tan demoledora crítica? Parece que no es más que una especie de "convención" establecida por los hombres para designar las cosas. ¿O es que hay algo más? Detrás de las definiciones que parecen no estar en las cosas realmente allí afuera frente a nosotros, detrás de los "significantes" que parecen haberse adosado a unos "significados" y estos a unos objetos, y este adosamiento pareciera, ateniéndose a los hechos por sí, ser algo extrínseco, algo foraneo que se le pega al pobre objeto, y por partida doble: una serie de sonidos (el significante) y un significado - que remite a otra serie de sonidos que "portan" otros significados que forman la definición que constituye lo que "se quiere decir" -el significado (Dios, esto es más complicado que sacarle el si a una monja -bueno, depende de que monja y en que momento). Parece que, if rigor is for us a value worth our money, los significados no remiten a las cosas más que por fuerza y por conveniencia -como diría el Hume: "through habit"... pero... for truth's sake? for knowledge's sake? What are we talking about when we "say things about things" anyways? - y volvemos a punto cero y a la disyuntiva Griega- o el intelecto o los hechos . ¿O es qué hay algo más?....

Y si el lenguage fuese una forma de encauzar una realidad que se nos escapa de las manos? Se dice por allí que algunas formas de locura consisten en no poder clasificar las cosas ni ordenarlas: parece que el flujo de las impresiones se precipitan sobre la consciencia del pobre loco como un caos de sonidos, colores, formas, tonos, etc. Una marea de impresiones que no se puede abarcar ni comprender. Como el pobre Funes. Así, nuestro "yo" quedaría a la deriva en un caos de impresiones y sensaciones, y no podría sacar en limpio nada. Pero se dice que cuando percibimos, filtramos. Así, incluso con las personas que conocemos más de cerca, al acordarnos y tratar de hacerlo detalle por detalle, no podemos imaginarlas "tal y como la vimos" la última vez que la vimos (ayer, por ejemplo). Nuestro recuerdo, por vívido que sea, omite cosas, ya que quizás no las incorpora, o las olvida. La cantidad de pecas en la cara de la persona? Sepa moya. La forma exacta en que su pelo caía sobre sus hombros? Sepa moya. La imagen mental es una simplificación de aquello que se percibió con todo su detalle en algún momento. Lo mismo en la feria: incluso estando allí, todo el campo de cosas que se ven, sonidos, personas, ipso facto, es simplificado por una mente que tiene un propósito: encontrar las verduras al menor precio posible. Sólo se centra en ciertas cosas (los letreros de precios, la apariencia de la fruta que le interesa, etc.). Lo mismo con las palabras y los conceptos: son simplificaciones de la realidad, que la vuelven manejable.... y de las implicancias de esto, estimado auditorio, esperar hasta la próxima GLOSA A LA PRIMERA ENTREGA (si, la segunda va a demorar)....

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