sábado, 25 de septiembre de 2010

Al lado de la ruca, el niño esta jugando bajo la vigilancia indirecta de la madre, que pela piñones. Hay una niebla que supura de entremedio de los árboles de esta tierra fría y de los troncos oscurecidos por las lluvias. Hay barro y sus pies se deslizan ágiles a ver a los que llegan.

Aún  niño, ve a los hombres . La última vez, salieron, los vio con lanzas, y llegó uno montado en un caballo. Ahora vuelven pocos, las cabezas están gachas y los abate el silencio. Los Chilenos llegan con armas frente a las que ya no pueden luchar. Han perecido muchos en Temúco, muchos en Lumaco.

El niño presencia los últimos días de del Reino de la Araucanía y Patagonia, pero sus ojos no lo saben. Sólo saben que la cara de su padre no esta en el grupo. Su madre pela piñones y su cara no se mueve, insondable y dura. Entra a prender el fuego, sale de nuevo, se siente, y sigue mientras mira a los hombres y luego a su niño.


Llegarán más años de guerra y los parlamentos, y el niño será hombre y peleará sin suerte, porque el mundo ya no sonríe a su gente. Inexorablemente llegarán los Chilenos, trozarán la tierra y la repartirán. El Lof será puesto en una reducción y brotará el alambre de púas. Llegarán los hacendados. Sin saberlo, el niño llegará a ser adulto en un mundo quebrado. Será peón, será agricultor y conocerá que el derrotado no tiene cabida. Su hijo se irá de joven a la la cuidad. Como a todos, el alcohol lo habrá  disipado. Lo engañarán y comprarán su tierra por nada. Deberá también ir a la cuidad con su hijo. Una casa hacinada, fábricas, ladrones y el desprecio del mundo de calles empedradas  y dinero insuficiente y trabajo constante y personas con sombreros y mujeres con polleras verán su muerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...some would raise under the dictatorship, during the eighties...try to acomplish the dream of recovering land and regaining what was theirs. They dress in the old fashion amongst uniforms, executives and hippies; organize gatherings and meetings and sittings; some loose their lives. Thay walk amidst students, communists, women in long fur coats reading about jackie O in Vanidades, in the warlike district of Concepción. They meet chilenos to talk them into the cause. A mapuche woman meets my mother in a community, they become friends, and that woman sings alongside my bed, for me to fall asleep, a trompe between her teeth, making a wonderous sound from beneath her placid eyes. Do you remember? You weren't there, but I told you the story so many times, I am sure you can almost listento her voice: "Quirún, nanai, quirún, nanai..."

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