Ojala todo llegue a su fin. Que colapsen los mercados, se acabe el dinero, se silencien los call center, el asfalto se resquebraje de raíces de arboles y el pasto salga entre cada intersticio, cada grieta... Ciudades silenciosas, habitaciones por siempre vacías... Bien merecemos un nuevo comienzo todos, nuevo para el general de la humanidad y para cada uno en particular.
Lo veo así: llegaría el mesías revolucionario, como alguna vez Lenin llego o Robespierre o cualquier implacable benefactor del cambio y el movimiento, con sus filantropía de guillotina, fusilamientos, policía secreta, campos de concentración...Este mesías lavaría todos nuestros pecados, declararía nulas todas las deudas, amnistiados todos los crímenes. Luego, impondría una nueva ley severa para felicidad de los hombres: al igual que la República Popular de Vietnam, se preocuparía que los hombres fuesen felices, es decir buenos, es decir virtuosos. Ya hemos discutido las herramientas de la virtud erigida en poder. Seria duro, pero ya no habría mercado funcionando, ni energía disponible a niveles suficientes, todo se empezaría a venir abajo, hambruna, muerte , peste, y la humanidad, de rodillas en la virtud, iría menguando bajo las bayonetas y los matones del mesías...
Una calamidad sobre otra, como el fuego que ablanda el metal y permite darle forma, la nueva humanidad seria parida en el dolor del ocaso de occidente, del estado de bienestar, de la desaparición de alka seltzer y los experimentos con monos, de las lociones faciales, el playstation, hustler, la leche sin lactosa y pobre de los celiacos, leucémicos, diabéticos, dializados, y así sin fin, toda la vida que occidente ha soportado, toda la maquinaria de perpetuación de la vida iría apagándose, y con ella vidas, vidas que esperan, y sufren y se alegran y aman...
Seria un nuevo comienzo, idealizado por muchos...Las revoluciones siempre son una decepción... luego del champagne, de la sangre y las estampidas, llega de nuevo la realidad...Sin embargo, es mejor un benévolo amo apuntando el camino a dejar que todo simplemente colapse por su propio peso, que nadie tendría ni un camino para las muchedumbres, y eso seria el final...Pero ahora no me importaría sacarme la mochila de la espalda, que estoy cansado...Quizás me apague con occidente, quizás pase sin pena ni gloria por este valle de lágrimas, quizás en la tumba encuentra que el ateo tenia la razón y ya no habrá mas sufrimiento....quizás vea a Dios...o me encuentre con Borges...
Ahora, al lavamanos a mojarme la cara con agua fría abundante, que el momento llega de despabilarse, de dar la cara otra vez, y cada día mas, la piedra se hunde en el corazón...
miércoles, 22 de abril de 2009
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