viernes, 10 de abril de 2009
B day
Sin challas ni confetti, sin torta. Sentado todo el día trabajando con extraños se va el cumpleaños 35. Sin embargo siento un alivio sordo, una felicidad mortecina, una fuerza tenue y un entusiasmo torvo. Es que de alguna manera estoy de vuelta en el camino, y el velo gris del mundo ha empezado a aguarse: el espejo ya no me inquieta, escucho los primeros trinos de las aves que anuncian el alba en el momento más silencioso de la noche. Espero que cuando despunte el astro, cuelguen guirnaldas de los árboles, haya colegio para los niños, tu carne sueñe a mi lado, el pasado sonría y vuelva a ser un presente grato y la rueca de la abundancia siga girando, como gira este mes. El mundo será otro, yo seré otro, los niños jugarán con papá y las nubes y la llovizna me acariciarán el rostro con los diarieros y los transeuntes sonámbulos que anteceden el ruido de la ciudad.
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