No es mucho lo que puedo decir, porque todo lo dices mejor, así que dejo que hables por ti mismo, flaco grandioso. Llena ahora el otro lado de música exquisita y de la melancolía de un durazno, y nosotros nos quedaremos oyendo como ciegos frente al mar. La vida seguirá, pero en algún momento me detendré y volveré a escucharte, y vendrán de vuelta los momentos y las penas y las hojas serán del viento. Gracias flaco.
PD: Se me olvidó pedirte: cuando estés ante (si ya no pasaste frente a su presencia) el Dios todopoderoso, cantes con una guitarra amplificada con pura ganancia, por todos nosotros pecadores, "Me gusta ese tajo". El Cristo lo entenderá, porque le gustaba el tajo de María Magdalena....
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