lunes, 6 de diciembre de 2010

Moonless Night

Un domingo cualquiera me eché a caminar. De esos impulsos un poco irracionales que sobrevienen de vez en cuando. De ellos solía tener muchos. Hasta altas horas vagaba antes, en comunión con los quiltros, con el silencio y mis pasos, con la lluvia. Encontré medallitas y encontré cartas de naipes tiradas. Vi estrellas fugaces, escuche autos estacionados que se reían y lloraban en ese momento de la noche, dibuje en el lodo, borré con ramas mi cara de los charcos, porque la calle es más íntima en la madrugada, porque todos duermen y se puede escuchar la propia caminata resonando.

Este domingo en cuestión, llegué a una plazita. Es una plazita que ocupa una cuadra pequeña, cuadrada. El centro de este cuadrado tiene un círculo de tierra bordeado de árboles altos. Hay una especie de pileta redonda de ladrillos rellena con tierra y plantas. 5 bancos se distribuyen mirando hacia esta pileta. Uno era donde nos sentámos dos veces este invierno. Ahora no hacía frio, y ahora estaba sólo. Ahí mire arriba pero no podía ver el cielo despejado del inminente verano, los árboles se cierran en la altura, y me senté un rato a fumar.

Me preocupó no ver el cielo. Una vez apagado el tercer cigarro, seguí mi camino errante y sin destino... Miré a lo alto. Estaban las estrellas y el leve resplandor que la ciudad projecta sobre el fondo negro. Busque en las direcciones habituales, pero no dí con la luna. Es la luna negra, pensé, el feriado de los practicantes, o el momento de las artes oscuras, según algunos.

Sea como sea, esta era una especie de despedida. Me hubiera gustado que la luna me hubiera mirado mientras estaba sentado ahí. Las despedidas son mirándose y diciendo adios. Me hubiera gustado que la luna estuviera ahí, para poder verla y hablarle, como a antes le hablaba a los quiltros, a quienes aprecio, pero ya no puedo sentir que soy su camarada -y no me crucé con ninguno esa noche. No ha aparecido la luna por estos parajes hace ya tiempo...

Noche sin luna. Eres triste. Recuerdo uno que otro encuentro casual con personas que en otros tiempos de mi vida fueron camaradas, y el saludo anodino y la conversación tensa de generalidades corteses sólo hizo ostensible el hecho que nada quedaba ya en común, que la vida y el tiempo separaron de manera infranqueable nuestras vidas, nuestras preocupaciones. Me hiciste sentir igual. Los ciclos se han cerrado, y las cartas han jugado ya su influjo: la torre, la luna, la estrella, el juicio, la muerte, la rueda de la fortuna.

Caraenpiedra: from the slumber you put me through, sigo con mi tarea de dormir el sueño de los justos...(por qué justos, nunca sabremos, a menos que morir esa un certificado de justeza, lo que me parece poco verosimil). Vuelvo a las telarañas del baúl del subconsciente... Termina bien las tareas de este año que termina... May it be done with soon... El año del tigre... Si this was our year caraenpiedra, mejor engrosar el cuero 'e shansho, no quiero imaginarme los que no nos son propicios a futuro...

JJ

1 comentario:

Constanza dijo...

Sí, hay algo distinto en el ambiente de madrugada. Lo hice una vez para poder respirar en un día muy feo que tuve; no me sentí mejor, pero por lo menos pude llegar a casa y dormir.
Los “adioses”, en muchos casos, son comienzos pre-planeados o jugadas malvadas del destino que nos hacen –a duras penas o en contra de nuestra voluntad- cambiar la página, cerrar un ciclo. Bueno, creo que has vivido más que yo, eso bien lo debes saber.

JJ, dile Caraenpiedra que sea fuerte no más, que este año ya pasó y otro nuevo se nos viene en sima. Mejor es verlo como una hoja en blanco, por último para engañar al corazón.

Saludos y buenos días-tardes-noches para ambos.

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